«En Igen Biolab siempre hablamos de ‘science for people’»

abril 29, 2020 8:03 am

Javier Asarta (CE&MBA 92), CEO de Igen Biolab Group

Fundada en 2013, Igen Biolab Group es una compañía biotecnológica pionera en el desarrollo de moduladores de microbiomas, terapias bioactivas que benefician a la salud humana. Javier Asarta llegó a la compañía como inversor, con la ambición de mejorar la vida de la gente.

-Igen Biolab es pionera en el desarrollo de moduladores de la microbiota, moléculas bioactivas que benefician a la salud humana al alterar la composición y las actividades de las comunidades microbianas en el cuerpo. ¿Cuáles son las características distintivas de la compañía?

La propia misión de la compañía, que busca «mejorar la calidad de vida» de nuestros pacientes es la que pone de relieve nuestras intenciones: una calidad de vida mejor para las personas con muchos tipos de dolencias diferentes, que aún son incurables en la actualidad.
Tenemos un ángulo muy diferenciado respecto a otras empresas del sector, enfocándonos sobre todo en postbióticos (productos derivados de los probióticos) y en un proceso patentado de obtención de las proteínas, metabolitos y nucleótidos derivados de la microbiota que nuestro organismo necesita y que provienen de nuestras cepas de bacterias no patógenas.
Es decir, intentamos darle a nuestro organismo lo que debería de tener en una situación ideal, para poder mantener a raya el proceso de enfermar.

-¿Cómo surgió la idea del proyecto y en qué momento se encuentra en la actualidad?

Nuestro equipo médico y científico fue pionero en desarrollar algunas de las hipótesis, ahora ya demostradas, sobre el rol fundamental de la microbiota humana a la hora de proteger y defender a nuestro organismo de múltiples enfermedades, en especial las de origen inflamatorio e inmunitario.
Gracias a nuestro temprano inicio, ya tenemos varios compuestos desarrollados, que han sido o están siendo testados en estudios clínicos en pacientes con diferentes enfermedades.
Sin ir más lejos, en nuestra prueba de concepto, realizada en pacientes enfermos de cáncer, todos ellos terminales, hemos observado una mejora sustancial de su calidad de vida en el 97% de los mismos. Además, somos coadyuvantes con los tratamientos clásicos del cáncer, como la quimioterapia, reduciendo algunos de sus efectos secundarios de manera drástica.
Este primer compuesto ya está en ensayo clínico fase II de cáncer de pulmón no microcítico avanzado en más de veinte centros hospitalarios en España.

-¿Cuáles son sus responsabilidades como CEO de Igen Biolab? ¿Cómo llegó al proyecto?

Llegué como inversor, de la mano de Trea Capital, hace casi tres años. Me enamoré del proyecto, y de los buenos resultados obtenidos en las pruebas de concepto. Cuando me propusieron liderarlo, no me lo pensé ni un minuto. Buscaba un proyecto de alto impacto social, con la ambición de mejorar la vida de la gente.
Los individuos importantes en este proyecto son nuestros investigadores, todos ellos con sólida formación científica. Mi tarea es mucho más sencilla que la de estos grandes investigadores: coordinar los esfuerzos internos, conseguir y asignar recursos para completar la hoja de ruta definida. El objetivo es finalmente salir al mercado y que mucha gente pueda beneficiarse de nuestros compuestos.

-Con anterioridad, usted ha trabajado para multinacionales como Nestlé, Reckitt Benckiser o Revlon. ¿Qué lecciones de sus experiencias en la industria de productos de gran consumo le resultan más útiles ahora?

El gran consumo es una muy buena escuela para cualquier profesional, aplicable después en casi todos los sectores empresariales. Es un entorno de alta competitividad, con mercados muy maduros y de poco crecimiento, y una presión constante en los márgenes por parte de la gran distribución y de la competencia. Ello te obliga a conocer muy bien a tu consumidor y te lleva a la necesidad imperiosa de ser innovador, tanto en producto como en comunicación, para poder diferenciarte de la competencia y destacar en los lineales. Por eso en Igen siempre hablamos de «science for people», buscando desarrollar compuestos con beneficios claros y entendibles para el futuro consumidor.

-Igen trabaja con una amplia red de investigadores, desde laboratorios académicos hasta compañías multinacionales de biofarmacia y nutrición. ¿Cómo funciona el proceso de innovación en la compañía?

La innovación está en el ADN de nuestra compañía, desde su génesis. Estamos en constante proceso de aprendizaje y mejora, en un campo muy reciente como es el de la microbiota, donde está aún casi todo por hacer.
Muchas de nuestras ideas de nuevos compuestos han nacido escuchando a otros profesionales de la biología, la farmacia o la medicina y sobre todo escuchando a nuestros pacientes.

-¿Cómo se demuestra el valor económico de la innovación?

Toda innovación es una apuesta económica. Existen gastos importantes de desarrollo y de lanzamiento, sobre todo en la industria farmacéutica.
La innovación de éxito ha de ser siempre relevante para un buen número de usuarios, lo más única posible en el mercado en el que compite —gracias a las patentes— y con acceso al mercado global a través de los canales de venta correctos en cada geografía. La combinación de estos tres factores determinará el valor económico absoluto de esa innovación.

-Como empresa pionera en el desarrollo comercial de productos derivados de la microbiota, ¿qué pasos se han dado en su comercialización?

Igen es un laboratorio de I+D. La idea es comercializar nuestros productos a través de socios comerciales que se ocupen de la distribución y la venta al usuario final. Estos socios pueden cambiar y cambiarán según las características del compuesto (oncología, patologías asociadas con el envejecimiento, autismo…).

-¿Cómo son las relaciones con la comunidad médica y los pacientes?

Siempre digo que Igen no tiene usuarios, tiene fans. Gracias a su feedback, hemos podido aprender mucho del producto y de su posible mecanismo de acción. En cuanto a la comunidad médica, está cada vez más abierta a escuchar a los investigadores en este nuevo ángulo de la microbiota y todos los profesionales médicos que han colaborado y colaboran con nosotros nos han manifestado su interés e ilusión por avanzar en este nuevo campo.
Por otro lado, como en toda innovación rupturista, los inicios cuestan, ya que existe una inevitable resistencia inicial a la novedad. Y el campo de la microbiota es aún muy incipiente. Incluso en el ámbito regulatorio hay mucho pendiente de definir y clarificar para este tipo de productos, que se encuentran a medio camino entre el fármaco y el alimento funcional. Es indudable que los primeros en llegar a la meta de los resultados clínicos serán los que abran camino en este sentido, como ya ha pasado con otro tipo de productos.

-¿Qué proyectos destacaría entre los que están desarrollando en la actualidad? ¿Cuáles son sus objetivos a medio plazo?

Aunque he de destacar el compuesto oncológico, que está ya en ensayo clínico en pacientes, tenemos un pipeline muy potente de futuros nuevos compuestos. Destacaría el producto que ya estamos testando para problemas de la piel, modulando la microbiota de la misma.

-¿Como es el sector de la biomedicina en España? ¿Cuáles son los principales retos?

En España ya contamos con grandes investigadores, algunos de alto renombre internacional. No en vano, el ecosistema de empresas farmacéuticas en España es muy potente. Las empresas biotech se desarrollan bien en un ecosistema así, ya que pueden ser incubadas con mayor facilidad por estas «hermanas mayores», que cuentan ya con posiciones sólidas en el mercado food o farma. El reto es la transferencia al mercado de mucho de este conocimiento, es decir, su plasmación en un producto concreto. Y para ello se necesitan mayores y mejores inversiones.

-¿Como valora la posición de Barcelona como hub internacional de biomedicina?

El área metropolitana de Barcelona es el hub líder hoy en España, con varias empresas relevantes y muy prometedoras en base a su investigación. No obstante, aún seguimos a mucha distancia de otros hubs internacionales, como puedan ser Israel o EE.UU., entre otros. Vamos por el buen camino como país, pero somos aún muy pequeños, sobre todo en tamaño de las inversiones y de volumen de operaciones de compra.

-¿Qué recomendaciones daría a los alumni para la relación con la figura del inversor, siendo este un partner estratégico de la compañía?

En proyectos que requieren alta inversión en I+D durante un largo periodo de desarrollo, como son los de biotecnología, se necesita un tipo de inversor largoplacista, paciente y comprometido con la causa.
Es un perfil muy determinado de inversor, y la capacidad de conseguir los fondos necesarios dependerá de una combinación de los siguientes factores:
– El Pathos: la ambición en la visión del proyecto, con objetivos importantes e inspiradores, con una importante repercusión social.
– El Logos: el resultado racional y demostrable de la investigación preliminar, donde es muy importante el poder demostrar con hechos la eficacia del producto, así como su seguridad.
– El Ethos: la confianza generada en los inversores al actuar con una buena ética empresarial en todo momento.